Cada vez existen más pruebas evidentes de que nuestro
planeta se derrite. Una de las más llamativas la tenemos muy próxima en el
tiempo: el 2014 fue el año más cálido desde que comenzaron los registros en
1880, aunque tampoco se llevaba mucha diferencia con los que le precedían, eso
sí, todos pertenecientes al siglo XXI. ¿Quién tiene la culpa?
El culpable, mayoritariamente, es el hombre, tal y como se señaló en el último informe del IPCC (International Panel of Climate Change). Aunque a lo largo de la historia la evolución climática natural del planeta ha sufrido altibajos, los humanos han sido protagonistas del calentamiento global del siglo pasado; muestra de ello es la emisión de gases que retienen el calor para potenciar la ansiada vida moderna.
El culpable, mayoritariamente, es el hombre, tal y como se señaló en el último informe del IPCC (International Panel of Climate Change). Aunque a lo largo de la historia la evolución climática natural del planeta ha sufrido altibajos, los humanos han sido protagonistas del calentamiento global del siglo pasado; muestra de ello es la emisión de gases que retienen el calor para potenciar la ansiada vida moderna.
Este aumento desorbitado de la temperatura de la Tierra, que
durante el pasado año fue 0,69 grados superior a la media del siglo XX, hace
que los glaciares estén licuándose poco a poco, con el consiguiente aumento del
nivel del mar, fenómenos que en un futuro pueden arrastrar consecuencias
devastadoras.
El hielo marino en este punto juega un papel importante, ya
que es un componente fundamental del sistema climático. Pues bien, de acuerdo
con el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos de Estados Unidos, en 2014
la extensión diaria mínima anual del hielo marino en el Ártico, observada el 17
de septiembre, abarcaba 5,02 millones de kilómetros cuadrados, la sexta más
reducida jamás registrada.
La atmósfera también sufre
El estado y comportamiento de la atmósfera también se ven
afectados por la acción del ser humano y el modelo actual de sociedad. La tala
de bosques, sin ir más lejos, elimina una fuente importante de humedad y
absorción de dióxido de carbono.
Según los expertos, el aumento de este gas en la atmósfera
incrementa aún más el efecto invernadero, por no hablar de la destrucción de
ecosistemas al eliminar climas húmedos. Otros problemas en crecimiento, como la
contaminación y la superpoblación, también están dañando sin vuelta atrás la
atmósfera y el planeta en el que vivimos.
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