martes, 28 de abril de 2015

La Tierra de noche vista desde el espacio


Cada vez existen más pruebas evidentes de que nuestro planeta se derrite. Una de las más llamativas la tenemos muy próxima en el tiempo: el 2014 fue el año más cálido desde que comenzaron los registros en 1880, aunque tampoco se llevaba mucha diferencia con los que le precedían, eso sí, todos pertenecientes al siglo XXI. ¿Quién tiene la culpa?




El culpable, mayoritariamente, es el hombre, tal y como se señaló en el último informe del IPCC (International Panel of Climate Change). Aunque a lo largo de la historia la evolución climática natural del planeta ha sufrido altibajos, los humanos han sido protagonistas del calentamiento global del siglo pasado; muestra de ello es la emisión de gases que retienen el calor para potenciar la ansiada vida moderna.

Este aumento desorbitado de la temperatura de la Tierra, que durante el pasado año fue 0,69 grados superior a la media del siglo XX, hace que los glaciares estén licuándose poco a poco, con el consiguiente aumento del nivel del mar, fenómenos que en un futuro pueden arrastrar consecuencias devastadoras.

El hielo marino en este punto juega un papel importante, ya que es un componente fundamental del sistema climático. Pues bien, de acuerdo con el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos de Estados Unidos, en 2014 la extensión diaria mínima anual del hielo marino en el Ártico, observada el 17 de septiembre, abarcaba 5,02 millones de kilómetros cuadrados, la sexta más reducida jamás registrada.




La atmósfera también sufre

El estado y comportamiento de la atmósfera también se ven afectados por la acción del ser humano y el modelo actual de sociedad. La tala de bosques, sin ir más lejos, elimina una fuente importante de humedad y absorción de dióxido de carbono.


Según los expertos, el aumento de este gas en la atmósfera incrementa aún más el efecto invernadero, por no hablar de la destrucción de ecosistemas al eliminar climas húmedos. Otros problemas en crecimiento, como la contaminación y la superpoblación, también están dañando sin vuelta atrás la atmósfera y el planeta en el que vivimos.

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