Un curioso estudio que acaba de ser publicado en Geophysical
Research Letters advierte sobre unos “malhechores” que no se consideran cuando
hablamos de cambio climático: los gases que se utilizan para anestesiar a los
pacientes durante las operaciones.
Aunque su presencia en la atmósfera no se puede comparar con
la del principal responsable del calentamiento global, el CO2, se han
encontrado restos de sustancias narcotizantes incluso en la Antártida.
Además, su capacidad de almacenar energía procedente del
sol–la causa del aumento de las temperaturas– es mucho mayor que la del CO2.
Por ejemplo, un kilo de desflurano equivale, si tenemos en cuenta su potencial
efecto invernadero, a 2.500 kilos de dióxido de carbono.
Los investigadores, dirigidos por Martin Vollmer, químico
atmosférico de los Laboratorios Federales Suizos de Ciencia y Tecnología de los
Materiales, han medido los niveles de desflurano, isoflurano, sevoflurano y
halotano, que son de 0,30 partes por billon (ppb); 0,097 ppb; 0,13 ppb y 0,0092
ppb, respectivamente.
Como término de comparación, el CO2 presenta una
concentración de 400 partes por millón, mil millones de veces superior a la del
desflurano. El óxido nitroso, un anestésico muy usado, no se midió en el
estudio debido a que existen otras fuentes de emisión aparte de los quirófanos.
Pese a su modesta contribución al calentamiento global, los
expertos creen que no hay que desestimar la acción contaminante de esos gases.
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