martes, 28 de abril de 2015

A menos posidonia en el mar, más C02 en la atmósfera

Desde los años 60, las praderas de posidonia –hierba submarina endémica del Mediterráneo– han retrocedido entre un 13% y un 38%, lo cual es una auténtica calamidad medioambiental: la Posidonia oceánica contribuye a preservar la calidad del agua, a proteger la costa y a contrarrestar los efectos de la subida del nivel del mar, por ejemplo. Los expertos creen que estos beneficios se habrían reducido hasta un 50% en los últimos veinte años.


Un nuevo estudio internacional elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat Autònoma de Barcelona y el Oceans Institute de la Universidad de Western Australia ha puesto el foco en una de las consecuencias más graves derivadas del retroceso de la angiosperma marina. “Nuestros resultados indican que hay una importante merma en la capacidad de secuestro y almacenamiento de carbono”, explica Núria Marbà, investigadora del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados y coautora del informe. 

Además, las zonas donde desaparece la posidonia no solo dejan de captar C02, sino que también pueden convertirse en fuentes de ese gas cuando se erosionan y liberan el carbono que la pradera había acumulado durante décadas o siglos.


 Por su parte, Pere Masqué, experto de la Universitat Autònoma de Barcelona y coautor de la investigación, recuerda que esta pérdida no es irreversible: “el área potencial disponible para llevar a cabo proyectos de replantación es enorme”.


El estudio se ha realizado en la laguna costera de Oyster Harbour, al sur de Australia Occidental, cuya población de posidonia sufrió una reducción muy importante entre los años 60 y finales de los 80. A partir de 1994, la pradera volvió a crecer, en buena parte por replantaciones. Mediante la datación de los sedimentos, los expertos han medido la acumulación de carbono en las zonas repobladas y su erosión en las zonas sin recolonizar.

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